viernes, mayo 20, 2005

Un descenso en bici para No Olvidar

Queridos amigos,

Acabo de llegar a Orán, una pequeña ciudad al Norte de Argentina, a unos 400 metros sobre el nivel del mar. Os preguntareis qué importancia tiene este último dato... Pues no tendría mayor importancia si no fuera porque hace un par de días inicié junto a Javier (un amigo argentino) un descenso en bici desde lo alto del Abra del Zenta, a casi 5,000 metros sobre el nivel de mar. Han sido 120 kilómetros de los que 100 Kms más o menos son cuesta abajo.

Los primeros 30 Kms, hasta el pueblito de San Andrés, son una bajada en picada por la cornisa de la Sierra del Zenta, por camino de tierra y piedras. Las cuestas más pronunciadas tienen casi 40% de inclinación, desde arriba parece imposible bajar en bici sin romperse la crisma, pero una vez que uno empieza, despacito, las ruedas se agarran, a pesar de que en más de una ocasión se te va el manillar y la rueda de adelante se clava en las piedras, o la de atrás derrapa y la bici se cruza. Este primer tramo pertenece al gaseoducto que va hacia Chile, y no pasa casi nadie porque el camino es de la empresa que explota el gas. El camino lo hicieron para subir los tubos del gaseoducto, y ni que decir que los coches o buses no podrían transitar por él.

Ayer nos cruzamos con un 4x4 de la empresa y casi nos hacen dar la vuelta (en realidad no habríamos podido, pues las pendientes se dejan bajar, pero son imposibles de subir con la bici a cuestas).

Llegamos a San Andrés al atardecer, y nos fuimos directos a la escuelita, donde había unos 25 alumnos. Muchos alumnos en zonas rurales argentinas viven en la escuela de lunes a viernes, ya que sus casas están lejos de la escuela y la única vía de comunicación es ir a pie o en bici. Los profesores se acordaban de Javier, que el año pasado hizo el mismo descenso en bici y durmió en la escuela. Llevábamos sacos de dormir, pero en la escuela insistieron en armar unas camas que tenían desmontadas. Nos invitaron a cenar junto a todos los alumnos y profesores (dato curioso: las mujeres por un lado –tanto alumnas como profesoras- y los hombres por otro).

Esta mañana a las 8 am nos ha despertado la campana que llama a los alumnos a formar para izar la bandera y cantar el himno. No deja de sorprenderme este detalle, sobre todo después de ver el estado de la escuela, que se cae a trozos, y donde las condiciones de hacinamiento de los chicos y de higiene son bastante malas, y de que Alberto y otros profesores me contasen el día anterior que el gobierno lleva años prometiendo una nueva escuela que nunca llega… A pesar de todo, tanto alumnos como profesores entonan el himno, y después se sientan en las mesas de madera del patio para desayunar mate cocido con pan.

Los profesores de las escuelas rurales hacen de todo: Desde cortarles el pelo a los chicos (Alberto, uno de los profesores estaba en ello ayer cuando llegamos a la escuela), a hacer el pan, atender a los chicos como si fuesen padres (casi lo son de lunes a viernes). Me despiertan mucha admiración estos profesores, en medio de tanta precariedad de medios. Un ejemplo: la escuelita tiene una hora y media de luz eléctrica por día, tiempo que el generador tarda en quemar un litro de combustible, que es todo lo que tienen por día. Por lo menos no hay que preocuparse de apagar el generador, pues cuando la gasolina se acaba la luz se va y todo queda a oscuras. Los alumnos ya han aprendido a calcular el tiempo que le lleva al generador consumir un litro!

Además de conocer San Andrés y la escuela, lo más bonito de este viaje en bicicleta ha sido atravesar en 120 Km cinco tipos de ecosistemas y paisajes: Las laderas peladas de las montañas a 5,000 metros de altura, casi sin pastos y resecos por el viento y el frío; más abajo, el comienzo de pastos más verdes, y de pequeños arbustos y plantas; luego la selva de montaña, Los Yungas, por debajo de los 2,500 metros, exuberante y cerrada; después la selva de transición, ya en la llanura; y poco a poco, a medida que nos acercábamos a Orán, el comienzo de las llanuras Chaqueñas, una gran planicie de árboles arrugados por el calor que se extiende hasta el río Paraná, unos 800 Kms hacia el Este.

No os puedo describir la emoción de atravesar todos estos paisajes en tan poco tiempo, del frío de la quebrada de Humahuaca al calor de las llanuras chaqueñas, del color ocre de las montañas de altura al verde de Orán. Me duele todo el cuerpo, pero en mis retinas queda grabada la mejor clase de geografía que he tenido nunca. Ahora ya puedo decir que conozco el bosque de los Yungas, que es lo que me ha traído hasta el Norte Argentino.

Un abrazo a todos,

Mikel

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te accordás de mi? Soy javier de Humahuaca, el que te acompañó en tu "descenso en bici para no olvidar"
Estuve siguiendo tu viaje por la web y lo de Bolivia es realmente espectacular.
Saludos

Anónimo dijo...

Hola Javier tu no me conoces pero yo si hacer clases de derrape y tengo 9 años y los voy acumplir me encantaria que me llamases para darme clases de derrape vivo en Paracuellos C/ Ajalvir número:916582303.

Unknown dijo...

Hola, soy sebastian de Salta, me apasiona el cicloturismo sobre todo en las alturas y estoy investigando sobre el abra del zenta y llegue a ti.
Necesito algunos datos, por favor escribeme a info.latitudcero@gmail.com
Mi web es www.latitud-cero.com.ar
Un abrazo desde Argentina